#Lapublicidad.

5 de abril 2015



#Lapublicidad



Nos habíamos pasado tanto tiempo pensando en cómo nos verían los demás que despreocupamos nuestra propia concepción. Había oído tantísimas veces la expresión de que lo que uno necesita es quererse más, que llegué a pensar que todos tenían problemas de autoestima. Y vi la curiosidad del asunto, lo paradójico de la sociedad. Porque cuando uno dice estar a gusto consigo mismo, se siente satisfecho con su forma, con su cuerpo y su alma... la gente tiende a pensar que todo es narcisismo, puro ego. Luego, ¿dónde está el equilibrio? No lo hay. Un género que me causa especial gracia es el de los libros de auto-ayuda; porque, supongo, yo no lo sé, que de lo que trata el libro es de leerlo y, en el transcurso del verbo, encontrar las formas de ayudarse. Te dan unas pautas, te dicen fallos y aciertos, te orientan y te consuelan. Luego, ¿la auto-ayuda dónde está? Es un engaño. O no. En realidad lo que hacen los libros es reafirmar las partes positivas, ése amor propio que siempre mantenemos a un lado porque a la sociedad no le gusta, las presiones externas y propias nos son masticadas y lo vemos todo claro, translúcido. Nos ayudan a que nos ayudemos. ¿Necesitamos eso? ¿No sabemos cuidar de nosotros mismos? 
La respuesta parece ser que es no. Somos crías amamantadas por la sociedad. Nuestra libertad es tan relativa como la opinión pública. Estamos expuestos y nos encanta; estamos expuestos y nos quejamos. Vivimos en la era de la publicidad social. Cada ventana a internet es un escaparate y nosotros los maniquíes, los colores, la tipografía, la distribución y la originalidad de lo que se venda. No somos el producto. Ni mucho menos. Somos la fachada. ¿Qué vendemos? Buena pregunta. 
¿Qué vendemos? 
¿Quien nos compra?
¿Tenemos competencia?
¿Quién queremos que nos compre?
Esa muchacha tiene unos grandes ojos azules y el pelo castaño, casi rubio, que siempre se lo peina a tirabuzones, sacando partido a su ondulado natural, por lo que le cuesta menos esfuerzo. En sus fotos sale siempre en un plano picado, con los ojos enfilados a la cámara, como si fueran ojos de buey hacia el cielo, y en el centro el negro más profundo y minúsculo; mucha luz, para resaltar la circunferencia. A veces pone morritos rojos, morados y negros, otras sale recién levantada y con la mano sujetando la mejilla, con el ceño fruncido y una cara de: ¡qué le vamos a hacer! Y dice: good morning! #morning #sueño #putolunesdemierda
Y me entran ganas de comprarla. Digo para mí: oye, pues no esta mal, es guapa. 
¿Para qué la quiero? ¿Qué me vende? ¿Por qué se hace la foto cuando se despierta y se maquilla un poco, se coloca el pelo y se cambia de pijama coge el móvil y me vende un instante de lo que parece ser su vida? 
¿Por eso consumimos más parejas, porque lo vendido no es la realidad? 
¿Por eso se desgastan más los genitales, porque buscamos la foto del anuncio? 
¿No habéis ido nunca al macdonald? ¿No habéis comprado por e-bay?
Somos la publicidad engañosa. No vendemos nada, pero nadie lo sabe. 

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