¿Qué nos pasa?

15 de junio 2015

¿Qué nos pasa? 







¿Qué nos pasa? Nuestra sociedad se ha vuelto susceptible y llorona, criticona y alcahueta, nos basta cualquier excusa para lanzarnos a atacar a cualquiera que diga algo que, a primera vista, no nos guste. No nos paramos a mirar los árboles, no podemos salir del bosque. Vivimos entre dos mundos que cada vez se diferencian menos. El mundo real, el material, sólo sirve ahora de cantera para los contenidos del virtual. En el segundo es donde vivimos de verdad, es el lugar donde nos relajamos y estiramos las piernas y bostezamos esperando encontrar que algo nos divierta. 
La mayoría de nuestro ocio pasa por una pantalla, y si no pasa ya nos encargaremos de buscar un hueco a nuestras cosas y enmarcarlas allí. Vemos más gente a través de píxeles que en persona, interactuamos más con las teclas del ordenador o con la pantalla táctil que con bolígrafos o lápices. Nos vamos alejando de nosotros mismos conforme más queremos unirnos a los demás. Buscamos que todos sepan quienes somos por nuestros gustos, por nuestras fotos y por nuestras opiniones; y éstas cosas no definen por completo a nadie. 

Ahora en las noticias se habla mucho sobre la dimisión de dos concejales de Madrid: Soto y Zapata; porque en dos mil once escribieron en twitter unos chistes negros, para muchos de mal gusto, pero chistes a fin de cuentas. En ésa época no ocupaban cargos públicos y nada se dijo sobre nada. Pero hoy, ahora que el bipartidismo se ha roto, o eso parece, y que todo se mira con lupa, han salido a la luz y miles piden su dimisión con enfatizado enfado, con bilis en la boca y en las teclas del ordenador, que arden de tan fuerte que se las golpea, de tan duro que se pretende ser. Y yo pregunto: ¿qué es lo que pasa? 

¿Qué pasa, que ahora no se puede hacer humor negro?  Seguramente algunos respondan que sí, pero que hay ciertos límites que no se pueden sobrepasar. ¿Seguro? ¿El humor tiene límites? Porque a mi se me ocurre que este tipo de humor, de tener límites, lo censuraría por completo. No quiero entrar en lo que le parece a cada uno este tipo de humor, por que no viene al caso. El gusto personal ha de alejarse de la opinión. Pero la gente lo confunde. Cuando alguien ve algo que le rechina, sin saber por qué, se niega y arremete contra ello ofendido y blandiendo todo tipo de banderas, entre ellas la del buen gusto, la razón y lo políticamente correcto. 

¿Por qué han salido esos tuits ahora? Eran de dos mil once, no lo olvidemos. Yo digo por qué, porque alguien ha mandado que se investigue la cuenta de Zapata y Soto, y la de muchos más también, seguro. ¿Y que han encontrado? Nada. ¿Qué buscaban? Cualquier cosa. Y como ahora hay que desacreditar por internet a cualquiera, han salido esos chistes que a nadie gustan, y piden su dimisión. 
¡Que cotillas y malintencionados nos hemos vuelto! También recuerdo cuando ocurrió el accidente de Germanwings y cómo se buscó el facebook del copiloto, cómo se fue deshojando su vida hasta el más íntimo detalle, y todo por la televisión o internet. 
Y me parece lamentable la actitud alcahueta de esta sociedad que sólo busca el morbo. 

¿Dimitir por unas cosas dichas en dos mil once, cuando aún no era persona pública, por qué? La libertad de expresión, por mucho que queramos ponerle trabas, no se puede acotar. ¿Quién dice cuándo se termina? ¿Cuando a alguien le ofende tu opinión o punto de vista? Esa sería una buena línea definitoria ¿no?. De aquí no se puede pasar, que hiere la sensibilidad, hasta aquí sólo, más allá sólo hay ofensas y meadas fuera de tiesto. ¡Qué bonito suena, a que sí! Pero claro, hoy en día nos ofendemos por cualquier cosa, lo que limita bastante la libertad de expresión. Todo ofende, nadie piensa, todos reclaman, nadie reflexiona, todos se quejan y exigen dimisiones. 

Cada día me da más pena la gente que exige sin mirarse al espejo. Quienes ven la paja el ojo ajeno y no la viga en el propio. Los que no ponen la barba a remojar cuando la del vecino se precipita lentamente al suelo. En definitiva, que todos tenemos cosas que pueden hacernos dimitir de lo que sea, aunque no seas nada cuando digas algo. Da igual, la gente siempre opinará sin pensar y le dará importancia a cosas nimias para sentir que tienen razón, razón que se basa en la masa, en el número y no en la calidad de lo opinado. Pero, como dijo alguien antes que yo: Perdónalos, padre, porque no saben lo que hacen. Tanto no hemos cambiado ¿eh?. Normal que no vuelva el mesías, porque se le volvería a crucificar por poner la otra mejilla, o por convertir el agua el vino, ofensa a los abstemios.