La penumbra.

14 de abril 2015



La penumbra.



No había otra forma de haber hecho las cosas, se decía siempre antes de dormir. Pero, ¿si era la única posibilidad, la única verdadera y posible, por qué no lo complacía? Se decía de todas las formas posibles que las cosas eran como tenían que ser, que había que aceptarlas y vivir con ellas, como cuando se viaja con la maleta llena de por si acasos, que a lo mejor ni llueve, o no hace tanto frío... pero ahí están el chubasquero, el paraguas nuevo y el polar casi sin estrenar. Siempre llevamos herramientas para cuando las cosas salen mal, intentamos prepararnos para lo peor; lo esperamos como el que mira llover cuando quiere pasar el día en el campo. Mira al cielo y se dice, "que no llueva, que no llueva". Mira a las nubes con gesto suplicante y piensa en por qué se merece que no llueva, en lo que perdería si se precipitasen las gotas como alfileres sobre su ánimo. Un rayo de sol diluye el miedo, un segundo, luego otra nueva nube. Y se dice: "nunca llueve a gusto de todos, pero siempre soy yo el que se aguanta". Y eso no es del todo así.
No se para a pensar en los momentos felices y fugaces que nacieron de ésa elección que lo corroe como la coca-cola a las tuberías. Elegir es dejar de hacer algo. Elegir es empezar a hace algo. ¿No querías libertad, pequeño insatisfecho? ¿No querías cometer tus propios errores? Pues aquí lo tienes. Nunca escaparás del miedo al futuro.
Se enciendo un cigarro y no piensa en el cáncer, piensa en el café. Da un beso y no piensa en la mononucleosis, si no en el sexo que pueda llegar después. Termina el orgasmo y vuelve a pensar en fumar. Ni rastro de la muerte. La vida se le escapa de entre los dedos y todo va lentamente hacia la cala del aburrimiento, hacia la apatía de los momentos huecos e insignificantes, la rutina de la existencia que sólo se rompe con las montañas y los fosos. La luz y la oscuridad, pero nada de la penumbra, que es donde habitan las sombras y los sueños. Cuando todo está iluminado las amenazas y las alegrías son reales, con la luz apagada todo es misterio; en la penumbra todo puede ser otra cosa. Como esa silla llena de ropa que es un monstruo o un asesino. O esa lámpara que parece una cara sonriente, o la figura de ése a quien echamos de menos. 
En la penumbra todo es posible. Eso es el futuro, algo que existe, porque ahora mismo existe, pero que siempre se mantiene velado. Podemos acertar, que no adivinar, cómo se nos presentará, pero siempre en la luz tenue, y aveces, titilante de la penumbra. 
Se dice a sí mismo que mañana, o el año que viene, que lo que ahora es ya no será, que lo que no fue no podrá ser. Sin saber que no lo sabemos todo y siempre hay lugar para la sorpresa. Que el mundo no gira a nuestro alrededor, somos nosotros los que nos vamos desplazando y creando estelas. Que la gravedad de otras personas puede desviar nuestra órbita. Que en el tiempo un segundo a veces es lo primero. Que todo cambia y se mueve. Entropía de las emociones, caos en los sentimientos. 
Porque lo que pase, siempre, es lo único que podía haber ocurrido. Todo lo demás son sombras chinescas en la penumbra, ilusiones y sueños y miedos y fantasías que habitan en el condicional, no en el futuro. 

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