El detective II.





     ¿Crees que habrá averiguado algo? — Nuria me preguntó nerviosa, más que para conocer mi opinión para alejar sus pensamientos de todas las elucubraciones que había estado haciendo las dos últimas semanas.

     Tiene fama de ser el mejor — dije sin prestarle mucha atención.

     Ya, pero es lo que dijiste, da miedo que sea tan bueno. Yo he intentado pensar como él, le he mandado las capturas de las conversaciones de whatsapp y he investigado todo lo que permite Instagram y Facebook y no tengo ni idea de qué me puede decir El Pescador. ¿Alguna idea tendría que tener, no? Quiero decir, él habrá visto lo mismo que yo, exactamente lo mismo…

     Igual su talento es la perspicacia, o igual tiene poderes sobre naturales…

     ¡No digas tonterías! — Nuria me golpeó suavemente el hombro.

En ese preciso momento apareció la secretaria y nos ordenó seguirla. Caminamos de nuevo por el mismo pasillo y llegamos a la misma puerta de hace dos semanas. El Pescador nos esperaba de la misma forma y no pude evitar pensar que este hombre vivía siempre en el mismo bucle espacio temporal.

     Buenas — dijo con voz grave y muy lentamente — sentaos.

Obedecimos visiblemente nerviosos. Yo apenas me había preguntado por lo ocurrido la última vez, solamente por las noches me asaltaban las dudas de quién querría investigarme y por cuál razón; pero ninguna razón lo suficientemente convincente, luego me absorbía un sueño pesado e intenso, sin imágenes. Durante el día rara vez me acordaba de las razones de la noche anterior, así que supongo que simplemente las repetía.

     Cuéntame un poco más, necesito contextualizar la información antes de sacar una conclusión — El Pescador se dirigía a Nuria con ojos penetrantes y muy recto en la silla, con las manos apoyadas en la mesa y la barbilla en éstas.

     A ver, no sé. Lo dejamos hace unos meses, tampoco demasiados. Al principio bien, supongo, hablábamos, discutíamos por la ruptura y nos echábamos en cara cosas que habíamos guardado mucho tiempo — a Nuria le costaba sacar las palabras de su garganta, saliendo ligeramente ásperas.

     Durante ésa época seguíais dándoos me gusta en Instagram, ¿no?

     Sí, como siempre.

     ¿Quién dejó de darlos primero? — El Pescador cogió una libretita de pastas azules y empezó a anotar cosas.

     Supongo que yo, creo recordar que hubo una foto que me molestó y decidí no darle like.

     ¿Qué foto, ésta? — El Pescador giró la pantalla del ordenador y enseñó una foto de Fernando en la que se le veía de perfil, algo serio y con una ciudad que no pude reconocer de fondo.

     Esa fue, sí — afirmó Nuria con voz temblorosa.

     Ahora si tiene un me gusta tuyo.

     Lo puse después, me sentía mal, me parecía que no era para tanto y una noche, mientras pensaba en la casa de sus padres y sus brazos… le di al corazoncito envuelta en lágrimas.

     Entiendo. ¿Y ahora cómo está la cosa?

     Tensa — dijo Nuria tras unos segundos pensando — yo quiero volver con él, creo, estoy casi segura, no sé. Su actitud no me invita a hacerlo, está cortante y borde, haciendo lo mínimo para que no considere que es un cabrón. No sé si me explico: siempre que le escribo me contesta, cuando me quejo de que no me hace caso me escribe “¿qué tal?” durante un par de días, pero como sé que no nacen de él, los esquivo o los ignoro, lo que solamente consigue que la siguiente vez siga igual de cortante y de borde. Pero supongo que todo esto es perfectamente normal…

     Lo es — dije yo mientras agarraba la mano de mi amiga.

     Lo es — repitió El Pescador mientras anotaba en la libretita.

     ¿Y qué es lo que ha sacado en claro? — Nuria estaba impaciente.

     ¿Qué pasó el 18 de marzo? — la cara del Nuria se contrajo un segundo, los ojos se le llenaron de brillantes lágrimas estancadas y me apretó con fuerza la mano, clavándome las uñas.

     Pues… — empezó dubitativa — que se vino un amigo a casa y terminó pasando la noche porque estaba muy borracho. ¿Cómo sabe eso?

     Yo no sé nada, pero revisando he notado que a partir de ese día ya no hay likes de él, que subió a Facebook una canción tres días después de Gary Moore que no es especialmente alegre y que, si entiendes la letra, dice mucho más de lo que parece. También al día siguiente, el 19, tú subiste otra foto en la que ponías un texto, seguramente sacado de algún tuitero moñas, hablando del amor y de la pérdida. Las redes sociales no engañan.

     Ya veo, ya…

     Me da igual lo que pasara con ese chaval, pero está claro que a Fernando no. Ese tal Nicolás no ha faltado ni un solo día a darte me gusta, ni en Instagram ni en Facebook; a todas las canciones y a todas las fotos; algún que otro comentario suelto que llama un poco la atención pero que no es motivo para pensar nada también se le ha escapado. Pero igual que todos, a Fernando esas cosas no se le pasan por alto.

     ¡Pero si no pasó nada!

     A mí me da igual, yo sólo trato de hacerme una idea de lo que ocurre para poder darte mi opinión profesional. Yo no juzgo, a mí me da igual todo. Pero a vosotros parece que no, la importancia que tienen los me gusta, los MD o la falta de ellos es lo que os vuelve locos. Por mí perfecto, no me malentiendas, me gano la vida con esto. Pero, vuelvo a repetir, que yo no hago nada, solamente me limito a ver y a interpretar. Y si aparecen me gustas de repente y se repiten, se devuelven, se comenta en un tono que parece natural, o forzado, si se actualiza con segundas y terceras intenciones…

     Pero yo no he hecho nada con segundas ni terceras intenciones — se defendió Nuria, creyendo que su honor estaba en entredicho.

     Nadie lo hace, pero yo sigo viviendo de esto y cada vez me va mejor. ¿Qué me dices de eso? : And in a goodlucking future, I will be able to forget.

Nuria me soltó la mano y se la llevó junto a la otra a la cara para tapar las lágrimas que habían roto el dique de sus párpados y se precipitaban calientes por sus mejillas. Sollozaba con culpa y muchos mocos.

     Eso lo puse porque era una estrofa de una canción que me gustó ese día.

     Y que Nicolás dio a me gusta.

     ¿Y eso qué más da? — Nuria levantó la cabeza y posó los enrojecidos ojos en los de El Pescador con ira.

     A ti te puede dar igual, a mí me da igual, pero a Fernando seguro que no. ¿Cómo es posible que sigáis pensando, con todo el tiempo que pasáis en las redes sociales, que no hay nadie mirando? Puede que las cosas no sean lo que parecen, pero os escondéis en esa apariencia constantemente para oscurecer la verdad, para ocultarla y así poder decir que no tenéis culpa de nada, que son los demás los que no entienden o los que malinterpretan. Y claro, esa coraza es irrompible cuando vosotros mismos os la creéis.
Nuria se echó para atrás en el asiento, pensativa y malhumorada. El Pescador, atento al clima de la escena, decidió con buen criterio hacer una pausa.

     Ahí tenéis una terraza, podéis salir a fumar y tomaros un café, en quince minutos seguimos, tengo que llamar por teléfono.

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