#Dos minutos de silencio.

16 de noviembre 2015

#Dos minutos de silencio.




Un minuto de silencio por las víctimas. Un minuto de silencio en el que poder entregarnos a nuestros pensamientos. Respetamos el minuto y nadie habla, muchos lloran, todos piensan y se abstraen. Terminado el minuto todo vuelve a la normalidad, las bocas vuelven a pronunciar opiniones que vienen de lejos. 
Nada más saberse el ataque terrorista las redes sociales se llenaron de indignación, todos los teclados y las pantallas del mundo occidental ardían en enojo y frustración; en inseguridad. Podría haberle pasado a cualquiera, podría haber sido en cualquier ciudad. Todos somos París, y París es todo occidente. 
Pediría otro minuto de silencio, a continuación del primero de recuerdo, para pensar en el presente, en dónde estamos y cómo estamos. Reflexionar, no sólo sobre lo ocurrido, si no sobre todas las cosas que podamos. Y yo pienso: estamos alienados por toda la propaganda del bienestar, de lo efímero y fútil, del ocio como despertar y como condición humana. Estamos alejados de la muerte, que sólo viene a vernos en familiares y en las noticias. Nos hemos acostumbrado a ver el mundo a través de la seguridad de internet, todo a través de una pantalla, todo más cerca y más lejos. Pensamos que como aquí, en occidente, hemos desechado a Dios y el laicismo a tomado cada rama de la vida, como la religión se pretende eliminar de la educación todo el mundo ha hecho lo mismo. Hablamos del exterior con un deje de altanería. Vivimos bien, deseamos vivir mejor dentro del estado de derecho que parece universal. 
El ISIS no es nuevo, no ha aparecido ahora, este no es el primer atentado que perpetra. Pero casi todos han sido fuera. Y los vemos y nos indignamos, nos quejamos, opinamos en las redes y volvemos a nuestra vida. Ahora ha sido aquí, y habrá más aquí y más ahora. Habrá más sangre y más cadáveres. He leído a gente que reivindica más repercusión para lo que sucede fuera, para los atentados en Beirut, o donde sea. Gente que, tras la masacre del 13N se queja de que hay gente muriendo fuera y nadie dice nada. Gente que dice que por qué los muertos de aquí son más importantes que los de allí. Y, en cierta medida, comparto la pregunta; pero la respuesta que se me ocurre es la siguiente: 
Aquí estamos acostumbrados a lidiar con la muerte en forma de enfermedad, en forma de machismo o de accidentes, estamos acostumbrados a ver el mundo que está fuera de occidente a través de una ventana antibalas. Pues bien, nos ha alcanzado. Y no son más importantes las victimas de París que las de Beirut, ni que ninguna otra. Pero siempre hemos pensado que el ISIS estaba fuera, que a nosotros no nos tocaría. La sociedad del bienestar no está hecha para la guerra, no está preparada para el terror ni la sangre. Decimos que hemos dejado atrás las guerras, que nos dimos cuenta de lo que hacíamos con la Segunda Guerra Mundial, que el tiempo de las cruzadas quedó atrás y enterrado. Pero no somos todo el mundo. 
Yo también condeno los atentados, a mí también me hierve la sangre, también estoy bloqueado e indignado. Han venido a nuestra casa, como ya sabíamos que pasaría. Pero ¿cómo se lucha contra un enemigo invisible? Porque no sabemos donde está ni quién es ni lo que es capaz de hacer. Porque no atentan contra nadie, si no contra todos, no tienen intereses económicos, no tienen un plan en el que ellos salgan vencedores, no al menos en este mundo. Ellos creen en el cielo, buscan ser mártires, quieren elevarse y trascender. Y nosotros no entendemos eso, no entendemos cómo se puede pensar en morir matando, no nos entra en la cabeza. Y por eso estamos indefensos. ¿Por qué moriríamos nosotros? ¿Por qué mataríamos? ¿Mataríamos por la vida, por los derechos humanos, por venganza? 
Están aquí y no sabemos que hacer, nos han pillado indefensos. No atentan contra alguien, ni contra un país, atentan contra nuestra forma de vida. No es cuestión de religión, al menos no para nosotros. Ellos no entienden que vivamos así, como nosotros no entendemos que mueran matando. 
Por eso pido el minuto de silencio posterior al de recuerdo. Un minuto para pararnos a pensar qué se puede hacer contra esta gente. Pediría más de un minuto si se pudiera, porque, cualquier solución que se dé traerá más muerte. 

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