Blancanieves.

4 de octubre 2015


Blancanieves.





Todas las ventanas estaban cerradas y las manzanas, bien pulidas y relucientes, descansaban en el frutero. Todas con su muerdo perfectamente marcado. Las cortinas llevan echadas varios días, semanas incluso, pero las luces de bajo consumo mantenían la iluminación. Desde su sofá, con las piernas en alto y la mirada baja, miraba él su portátil blanco y silencioso. Tecleaba y deslizaba los dedos por el teclado táctil como si fuera una de esas películas de ciencia ficción donde con sólo mover la mano se desplaza información. Navegaba, si es que ahora se navega y no se vuela o se teletransporta, por sus redes sociales, todas abiertas a la vez. Las ventanas estaban cerradas pero el mundo ya no se mira por ellas. O eso pensaba él, y muy lejos no andaba de la verdad, pero tampoco muy cerca. Vio como una antigua novia del instituto le había mandado una petición de amistad. Quiere ser mi amiga se dijo en voz alta. La aceptó y la buscó en Instagram, porque la gente en Instagram siempre sale más guapa. La encontró y tras varios corazoncitos decidió seguirla. A su memoria llegó el único beso que se dio con ella, en un botellón, cerca de las seis de la mañana de un día de junio. Como por arte de magia a su cabeza llegaron más besos y labios y piernas y tetas y palabras de descortesía, coqueteos y posibles escarceos amorosos que nunca se dieron, pero porque él no quería. Recordó nombres y pasó de un perfil a otro, buscó las fotos en bikini y las de nochevieja. Agregó a un par de ex novias y tres o cuatro compañeros del equipo de lacrosse.

El mundo ya no está afuera, si no a través. A través de una pantalla, de un teclado y del wifi. Él estaba contentísimo de haber encontrado a esa muchacha y a las demás, y a sus excompañeros. Estaba exultante y decidió escribirles a todos para preguntarles que tal les iba. Y pasaron horas y días y ninguno le contestó. Eso tampoco le decepcionó, ya se le había olvidado toda la excitación. Ahora era Trending Topic una salida de tono de un aspirante a periodista con una futura alcaldesa, todo el mundo hablaba de ello, los tuiteros famosos afilaban su teclado y proferían frases ingeniosas y directas para dejar clara su postura. Todo el mundo habla de lo mismo, siempre hablan de lo mismo, da igual que tema toque cada día, porque todos los días hay uno. Él tuiteó y se rió con lo tuiteado sobre el periodista. Se metió en Instagram y vio los nuevos selfies de las guapas de la carrera, vio el perro nuevo de la vecina, lo enamorados que están todas las parejas y lo fácil que es vender una vida a través del móvil. Nada de eso le afectaba, incluso tenía amiguitas por Instagram y Badoo con las que fantaseaba con quedar algún día.

En un momento decidió meterse en sus propias fotos y mirarlas como si de un desconocido se tratase, y lo consiguió. La cosa no fue difícil, casi todos usan los mismos filtros y los selfies, a no ser que seas tuerto, o bizco, no cambian mucho de uno a otro.

Así se pasó casi toda la noche, saltando de perfil en perfil, de red social en red social, cuando, nadie sabe cómo y de dónde, sonó el teléfono. Pero nadie lo llamaba, era un whatsap: 'ey, tio, qdams?'
Primero lo leyó desde la pantalla de bloqueo y lo dejó reposar un rato. Si no salía el doble tick azul, nada pasaba, no lo había leído, estaba ocupado y no había oído el teléfono, cualquier cosa. Unos minutos después contestó: 'stoy liao'. Y lo volvió a tirar al sofá pensando en por qué quedar con alguien cuando tienes todo el mundo en tu móvil.
Y así se fue a dormir, sin nadie que pudiera despertarlo de ese sueño que lo invade cuando enciende su Mac.

 Cada dispositivo con internet es una ventana a un mundo donde todos son Blancanieves envenenadas, y donde los príncipes sólo llaman al fijo.

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