Carretera en el cielo.

5 de enero, 2010
Carretera en el cielo.




¿Y si se construyera una carretera hasta las nubes, que recorriera todos los lugares que
mereciera la pena ver, que captase la esencia de todo un planeta, que se llenase de vapor de agua y volviera a bajar llena de cielo y sol? Sin duda esa carretera sería destino y motivo de muchas imaginaciones, serían sueños y juegos de niños. Y habría accidentes, que por motivo tendrían el querer llegar el primero, para ver más y más cosas nuevas que los que vengan detrás.
Sería motivo de peregrinaje aviar y humano; se podría ver a toda esa gente que imagina cosas imposibles, sería la utopía de los locos y los no tan cuerdos. Punto de unión y congruencia de naciones. Sin reglas; sólo la de no bajarse nunca. Caminar seguro y decidido de manera infinita, hacia donde quiera que lleve esa calzada magnífica. Y lleva a todos sitios y a ningún lado, ni empieza ni termina, solamente está; y ese ser único, ese estar sin motivo es la que la dota de magia, la que atrae al estadounidense y al japonés a andar juntos.
No, no sería una carretera corriente. Podría llamarse la Carretera de Babel, que roza el cielo y se hunde en la tierra; construida por los hombres para reforzar la imaginación. Y alguien formularía una noble consigna, una irrefutable regla personal que le prohibiría bajar de la carretera, que no le permitiría terminar nunca el serpenteo que ella hace sobre las nubes, entre los árboles y sobre los mares. Y alguien lo miraría desde abajo sin atreverse a subir, despreciandolo de loco y envidia. La carretera sería inseparable compañera de toda la humanidad, y no se podría vivir sin ella, porque, ya acostumbrados al derroche de
espontaneidad y magia de la que se encuentra impregnada, no se entendería el mundo sin
carretera, ni se entendería la carretera sino es para que el mundo tuviera cierto orden.

No hay comentarios:

Publicar un comentario