Las mujeres entran gratis.
Lo primero que quiero decir es que esto es un juego, no hay
que tomárselo a la tremenda ni como si intentara imponer mi pensamiento sobre
nadie. Lo que viene a continuación es un divertimento, una vuelta de tuerca,
una forma divertida de repensar y de imaginar las cosas. Sé que cada uno puede
pensar lo que quiera, y que igual la idea que propongo no comulgue con mucha
gente, pero eso no es razón suficiente para que nadie pueda sentirse ofendido,
pues la opinión, si no es con intención, no hiere. Y mi opinión no va con
intención de ofender a nadie.
Lo que propongo para darle un par de vueltas a la cabeza es
lo siguiente:
En una discoteca
cualquiera entran las chicas gratis y los chicos deben pagar diez euros. A
ellos con su entrada les entra una consumición "gratis", a ellas no.
Este es el ejemplo que propongo y quiero analizar si se
trata de machismo o no. A priori parece un caso de machismo puro y duro, algo
clásico y que seguramente casi todo se ha referido a este ejemplo alguna vez.
Lo que yo me pregunto es: ¿por qué es machismo si ellas entran gratis?
Una frase que deambula por internet es: "si no pagas
por el producto, eres el producto". Lo que parece incontestable, pero
claro, el lenguaje y las situaciones no son simples, si no que tienen matices
incontables que le dan la razón de ser. El feminismo aboga por la igualdad y
dice que el dejar entrar a las chicas gratis es un reclamo y que cosifica a la
mujer, dejándola en un lugar superficial que denigra su dignidad como persona.
Vale, yo no creo que sea del todo así. Si ellas entran gratis es simple
márketing, como el dos por uno de los supermercados, pero en ningún caso
denigra la imagen de la mujer ni menoscaba su dignidad. Primero, porque si se
hace eso es porque sale rentable, y sale rentable porque los que soportan el
peso de esa oferta son los hombres que, atraídos por la perspectiva de que haya
muchas mujeres, no les importará pagar diez euros para entrar. Más que nada
porque si no existiera la oferta ellos seguirían pagando diez euros. Y segundo,
porque , y esto es fundamental para entender mi postura, los hombres van a
donde están las mujeres; seguramente movidos por el deseo de follar, o al menos
con la esperanza, pero esa idea sólo se relaciona con el ejemplo de forma
indirecta, motivacional.
Los hombres, según diversas estadísticas, consumen más
alcohol que las mujeres, por lo que no es descabellado pensar que, aún pagando
diez euros, ellos beberán más, se dejarán más dinero en la discoteca que ellas
que entran gratis. Por lo tanto, la oferta no va encaminada a aumentar el
consumo de la mujer, que puede pasar, si no a atraer a cuantos más hombres
mejor. Por lo tanto, del que se abusa y al que se le esquilma es al hombre.
Es cierto que la mujer actúa como reclamo, pero igual que el
reclamo que se usa para las aves, es el que acude el que sale perjudicado. Porque
no hay que olvidar que lo que más le gusta a un hombre (heterosexual me refiero)
es una mujer. Y la mujer tiene el poder de atraer a los hombres, por lo que la
discoteca se beneficia de este comportamiento natural para sacar tajada con el
siguiente planteamiento: si vienen más chicas, vendrán más chicos; si las chicas
entran gratis, vendrán aún más. Por lo que vendrán más chicos que nos les
importará pagar los diez euros de la entrada para sufragar, en parte, la oferta
de dejarlas entrar gratis a ellas. Por eso cuando escucho que se trata a las
mujeres como ganado no lo entiendo, porque lo que yo veo es que a los que se
les utiliza usando la forma más básica y burda de reclamo, es al hombre. Los
hombres somos, en este caso, el ganado ovino que se deja arrastrar ante la perspectiva
de mojar el churro. ¿Simple? Sí, mucho. ¿Ocurre de verdad? También. Entonces,
lanzo una pregunta al aire:
¿De quién se abusa
entonces, de aquellas que se les hace una oferta que las beneficia, o de
aquellos que, ante el reclamo, van como borregos alienados, movidos por
ilusiones sexuales y pagan los diez euros necesarios?